miércoles, 24 de junio de 2009

ménage à trois sobre ruedas, bajo el monzón

25 de junio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 29
el monzón y mucho tiempo blando

Los últimos días los pasé tratando de conseguir casa nueva. Como no hay inmobiliarias, el método habitual es caminar por las áreas donde uno quiere conseguir y hablar con los tenderos. En este punto sería muy útil para mí hablar hindi porque en las áreas que me gustan, que no son tan turísticas, la gente no habla inglés, por lo tanto dependo de mis amigos indios más de lo que me gustaría. Mis amigos tienen pasión por la conversación y entre chai y chai, que es el equivalente indio al cafecito porteño, se nos va completo el día hablando de filosofía y del mundo ¡desesperante!
Hoy me escapé de mis amigos y voy a tratar de conseguir casa por mi cuenta, ta bien, no hablo hindi, pero cuán difícil puede ser describir mi básica necesidad de un hogar valiéndome del lenguaje no verbal de las manos y la sonrisa, veremos...
Dejo pasar la primera parte de la mañanita, que es útil para mí para practicar, escribir y todo lo que quiera hacer solo pero completamente inútil para interactuar con otros porque estamos sólo las vacas y yo arriba y a la vista.
Mientras espero las horas de actividad general escribo este resumen de los últimos días, el fantástico Carlo Buti me inspira cantando Firenze a primavera, la luz dorada del amanecer da vida a los palacios y jardines de Udaipur que se ven desde mi terraza. El Monzón está poniendo nueva vida en todos lados, los árboles, las flores, mejor humor en la gente y una tremenda humedad que te doblega si no tenés un ventilador a mano. A cinco o seis metros, sobre la baranda, un cuervo está contemplando la ciudad también, como yo; no hace nada productivo, contempla, con el pico abierto por el calor. Alguna cosa el bicho piensa. O será que admira simplemente la belleza del lugar, o, tal vez, aburrido y saciado, está ahí, meramente, sin actividad interior alguna, más que el tibio palpitar de la vida celular... no, para mí hay algo más en este bicho, una actividad mental o espiritual, distinta en algo, igual en mucho, a la mía propia, divago.
Bueno, el monzón llegó, pero acá en el Rajasthán no es algo tan impactante como me imaginaba, hay dos o tres días sin lluvia, en que la humedad sube y sube, la presión baja que te baja, y de repente, de noche, el cielo se cae entero en cuatro o cinco horas. Ahí sí que llueve, pero no más que lo que puede llover en Buenos Aires o en Río, muchísimo más, eso sí, de lo que nunca vi llover en Barcelona.
Hace dos noches, estaba yo dispuesto a dormirme temprano, ya había cenado una cacerolada que me hice en la olla a presión con coliflor, tomate, papas, ajo, cebolla y lentejas, clavo, pimienta, sal y curripatha, estaba tirado en la cama estudiando un poco antes de dormir cuando se largó el chaparrón. Tremendo chaparral se largó, con sus consecuentes goteras que, obedeciendo a la universal ley de Murphy, aparecieron en el medio de la cama. Lógico, a levantar el colchón, sacar las sábanas mojadas, poner todo tipo de ollas y cacerolas a juntar agua y a mirar el tormentón, divina tormenta, el aire tibio pero en movimiento era para agradecer a todos los dioses del panteón hindú juntos. Cuando logré mover todo se fue la luz, saqué la linterna que tenía como siempre bien a mano y seguí con mi lectura, la tormenta aumentaba y disminuía por oleadas. La luz iba y venía, temblorosa. Las goteras se corrían un poquito más al centro de la cama cada vez que me distraía y el agua empezaba a llenar el embellecedor del ventilador de techo.
A eso de las 11 de la noche, justo en el pico máximo de la tormenta, golpean mi ventana, yo, que estaba leyendo en pelotas me envuelvo en una sábana y grito “just a moment please”, abro la puerta y ahí están, empapados como perros de agua, Sam y Wendy. Completamente locos habían decidido pasar por casa a buscarme para ir a cenar con amigos, vinieron en la moto negra de Sam, locos, completamente locos. Tan absurdo era el programa que no me pude negar y así partimos, en una especie de ménage à trois motorizado bajo la tibia cascada del monzón rumbo al restaurante del Raj Palace Hotel, donde ya habían empezado a cenar Hendrik, el marciano-robot sueco, conocedor de cuencas y experto en hidrología y Michael, un tipo fino, arrogante, encantador y neoyorkino, que está en Udaipur pagado no me acuerdo bien si por el MIT o la NYU para hacer un estudio sobre las bacterias en las napas de la zona. Imaginate uno de esos homosexuales altamente educados y sofisticados, sumale el dato de que el tipo es de Nueva York pero tiene acento de Boston y ahí lo tenés a Michael. Si querés visualizar a Hendrik y alguna vez viste Viaje a las estrellas es fácil: el robot humanoide de la última saga de la serie,Data, pero más bajito, con unos kilos más y la frente avanzando hacia atrás como un cangrejo podría ser clon de Hendrik. Inteligente, conocedor, y con unas observaciones agudas, pero totalmente incómodas y expresadas con una mirada fija como implante de cadera. Tremendo, los cinco juntos parecíamos de película. A mitad de la cena la luz se fue, pero a ninguno se le movió un pelo, al contrario, el ambiente mejoró, como éramos los últimos comensales y había velas en nuestra mesa, la atmósfera se puso más íntima y relajada.
El cuervo saltó de la baranda y se fue medio planeando al otro lado del lago. La matina avanza, mejor que yo también me ponga en movimiento

Gordo Kury

2 comentarios:

  1. ¡Muy buena noche Gordo!Me pasaba lo mismo en la piojera donde vivía cuando estudiaba en Rosario, pero ya tenía marcado con tiza en el piso la posición de la catrera para esos eventos; probá.Claro, me faltaba el menage. Cuidate de los cuervos, nunca se sabe y de Michael no sea cosa que vuelvas preñado.
    Qué es la curripatha?
    Te sigo haciendo el aguante!

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  2. ¡eh querido! ya mismo salgo a buscar tizas entonces.
    El curripatha es una hojita que pareciera laurel pero que cuando la metés en un guiso te lo deja todo un un gustito medio picante, especiado, parecido al curri, muy rica, la salteás un poquito con ajo y cebolla, pero si te pasás y se te quema te larga un humo lacrimógeno que otra que la guardia de infantería

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