miércoles, 29 de julio de 2009

del blanco y el gris al verde, el verde oscuro, el verde claro, el verde brillante y el verde opaco




29 de julio de 2009
Ahmedabad
Gujarat
Día 64
Del blanco y el gris al verde, el verde oscuro, el verde claro y el verde brillante


En este clima mantener higiene es una lucha constante, el viento sopla cuando quiere con tremenda fuerza, el aire carga tanta humedad que de lejos parece niebla, pero es más bien un rocío en suspenso, todo el tiempo; el calor baja solamente a la noche a unos 18, 19 grados, durante el día está siempre entre 20 y 30, a veces un poquito más. Es un clima ideal para la vida, por supuesto, y si la vida estuvo aguantándose todo el año, mantenida a raya por la falta de agua, se viene con un ímpetu que toma hasta el último rincón de todo. Los animales se reproducen, las plantas crecen, las semillas que estuvieron un año o dos esperando, ahora despiertan, las esporas se meten por todos lados, los hongos aparecen en minutos después de cada tormenta cuando la humedad parece un baño de vapor, los bichos dejan huevos y excrementos, dejan otros bichos más pequeños que cargan otros bichitos también. Las lagartijas, que fueron importadas de malasia para comerse a las cucarachas (¡y funcionó!) reinan sobre techos y paredes. Los pájaros, incluyendo las versiones indias del tero, la calandria, el cardenal y el martín pescador, ya están criando sus pichones con abundancia de artrópodos y anélidos.
Pero mantener la higiene es una lucha constante, perdida de antemano. Las novecientas moscas por centímetro cuadrado cubren cualquier superficie estática, si uno se queda quieto dos segundos lo cubren también a uno. En este contexto, a mi computadora, adentro de mi computadora, no sé cómo pero sí, adentro, se metieron hormigas y otros bichos, yo sabía que las moscas me la estaban usando de pista de aterrizaje, discoteca, hotel de alojamiento y urinal, pero el colmo es que adentro también había actividad biológica, algo me dejó huevos en las tibias entrañas electrónicas de la MacBook que yo cuido tanto. Y no sólo eso, parece, según el técnico, que también una lagartija dejó su orín, que penetró hasta cubrir la motherboard (la placa base) y destruir prácticamente las soldaduras. Este es el contexto en el que finalmente mi pobre MacBook dijo basta por favor basta, y no arrancó más. Cómo valoro ahora a los arquitectos y constructores de estos palacios que duran miles de años aguantando el clima y siguen blancos e incorruptos como cadáver de santo en el medio del verde loco del monzón. Pero no es un lugar que perdone la sofisticación y delicadeza de una joya prêt à porter de la electrónica de nuestros días.
Gracias a la debacle de mi computadora me vi obligado a salir de la romántica Udaipur y buscar un buen técnico en la más real e industriosa Ahmedabad, en la zona islámica del Gujarat. Para aprovechar más el viaje me fui en autobús y de día así podría al menos ver un poco del campo entre una ciudad y la otra. Hice bien, las 6 horas de viaje fueron fantásticas. El Rajasthán, aún verde como está por el monzón, es más bien árido en comparación con el Gujarat. El Gujarat es impresionante, feraz, los colores del campo son el negro y rojo húmedos de la tierra y el verde de todos los tonos posibles, opaco o brillante, fuerte, tirando al amarillo, o al azul, por todos lados. Los campos, divididos en pequeños minifundios de entre media hectárea y tres hectáreas (ah, el minifundio, cómo me gusta), son cultivados por familias enteras en forma artesanal y de forma muy intensiva. Se escarda en cuclillas con una hoz, se ara con yunta de bueyes, se trasplanta el arroz a mano. Los dos cultivos que más vi son el de una variedad de maíz que no había visto, que crece más apretada, más tupida que las que conocía y el arroz. Entre éstos, aquí y allá, algo que parecía soja, algunas alubias, alfalfa y, creo, pero no soy experto en el asunto, algún campito con marihuana, que acá es yuyo, la situación legal no la conozco, ni me importa mucho, francamente.
Una cosa que me sigue impresionando es la infraestructura de la India, siempre me imaginaba un país subdesarrollado, pero eso no es lo que estoy viendo. La ruta entre Udaipur y Ahmedabad es perfecta, fuerte, bien asfaltada, robusta y tiene dos carriles por mano, las dos manos separadas por un cantero de dos metros lleno de plantas y bien defendido. El tendido eléctrico también parece formidable. Y estas son proesas de la ingeniería en este lugar, el terreno es tremendamente irregular, es todo colinas, una al lado de la otra. La tierra arcillosa, a veces negra y a veces colorada me recordaba a Corrientes, o a Rio Grande do Sul.
Ahmedabad es intensa y real, con un ritmo entre Buenos Aires y Sao Paulo pero de construcción más precaria y baja. Intensamente poblada y rodeada por todos lados de enormes conglomerados de chozas de lata y cartón. El comercio es increíble, parece que cada habitante es un comerciante, no hay ningún frente de casa, ninguna fachada que no esté dedicada al comercio, es un puesto tras otro, toda la ciudad, un gran basar.
Aquí volví a encontrar los rikshaw tradicionales, a pedal, que había visto en Delhi, pero lo que más se ve es el tuk tuk (la Vespa tuneada como dice Matemez), compitiendo con carros de caballos o camellos.
Tiene también una zona que parece calcada a la Avenida Paulista, aunque menos extensa, y otra que tiene el mismo aire de la Avenida Libertador cerca del ACA, aunque en versión india, y un parque que me hizo acordar mucho al Ibirapuera por el ritmo frenético de los viandantes, sólo en el Ibirapuera y acá vi gente de todas las edades dedicadas al ridículo deporte del caminar rápido y con cara de deportista, si es posible con walckman y zapatillas, pero por lo demás, al menos las mujeres, con ropa tradicional.
La gente en el Guarat es de un tipo físico diferente a la del Rajasthán, son de piel todavía más clara, de forma que en la argentina encajarían perfectamente. Podrían ser Gujaratis por ejemplo el Cacho Labié, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú, o mi papá y mi hermana después de un regio veranito en la costa, es decir, el pelo es negro, pero la piel no es oscura y los rasgos de algunos parecen tehuelches y de otros anatolios. Bueno, cuento esto porque, sentado en una pituca confitería de la Recoleta de Ahmedabad, me pegué el susto de encontrarme en la mesa de al lado a Atahualpa Yupanqui comiendo una masala dosa, así que es verdad, don Atahualpa no murió, se mudó al Gujarat, aunque claro que disimuló, no me respondió cuando silbé los ejes de mi carreta, por ahí es de esos que les da vergüenza cruzarse con otro argentino en el exterior, no lo culpo ¿quién podría? Pero el julepe del siglo me lo pegué cuando en frente a mi mesa se sentó la versión india de mi prima Florencia, dios mío, era ella, pero con bastante más café que leche, pero los mismos rasgos, los mismos gestos, todo, un clon, otro clon indio, la perversa biotecnología de vanguardia del Gujarat está clonando argentinos con algún siniestro fin. En Udaipur ya había visto las versiones indias de Arnold Shwarzenegger y de Fidel Castro, el primero comiendo fritanga en un carrito en la calle y el segundo conduciendo locamente una Vespa. Pero nada como la calidad de los clones de Ahmedabad, qué exactitud espeluznante. Con lo de clonar a mi prima me sentí ofendido, pedí mi cuenta, pagué y me retiré, con lo que llegué antes de hora a la parada del autobús y me senté a esperar. Impresionante, a la media hora de esperar emergió de la oscuridad, al pasar bajo un farol de alumbrado público, un gigantesco camello tirando de un carro que cargaba estatuas de dos metros de dioses indios de yeso, aún por pintar en el acostumbrado technicollor de los templos. De película, el camello caminaba parsimonioso con su carga surrealista entre el loco tránsito de Ahmedabad, me hizo acordar a alguna imagen de La mirada de Ulises, cuando pasa por el Danubio a la altura de Croacia una barcaza cargando la enorme cabeza de granito de algún Lenin desmontado tras el gran derrumbe. Ah, a media tarde también mientras iba caminando por una calle común de un barrio residencial se me cruzó un pavo real enorme que iba como loco metido él también en el frenesí de esta loca ciudad.
Todo esto pasó en menos de 24 horas porque los técnicos indios son increíblemente eficientes y, para los estándares a que me acostumbró Europa, baratísimos. Así que un email oportunamente enviado desde Udaipur los preparó para darme prioridad, llegué a Ahmedabad a la hora convenida, entregué la computadora, me fui a almorzar, a las dos horas y media estaba reparada la soldadura, limpia la máquina por dentro y por fuera y todo funcionando ¿check or credit card sir? it will be cash thank you, seguí mi ruta y me quedé medio clavado porque el siguiente servicio a Udaipur salía 3 horas después.
La vuelta a casa fue en el sleeper nocturno, que tiene unas literas de ciencia ficción que parecen las máquinas de hibernar de 2001 Odisea del espacio, y si no sabés hibernar con el aire acondicionado que te tiran estás listo.
Unos días antes de que la máquina dijera basta, había dicho basta mi cuerpo. Es que a mí no me meó una lagartija pero los pulmones se me encharcaron de tanto respirar vapor orgánico e inorgánico de esta mezcla químico-biológica que es el aire de Udaipur, ideal para la tuberculosis. Tenía catarro, tos, me cansaba, en fin, estaba a la miseria y me fui a una farmacia ayurvédica para consultar al sabio. Me recomendó kara, una mezcla de hiervas que es expectorante. Muy buena resultó, pero la dosis era una cucharada de kara en un vaso de agua que había que hervir hasta que se redujera a un cuarto de vaso, tomar una dosis antes de la siesta y otra antes de dormir a la noche, tres días. Macanudo, así lo hice, me tumbaba después de cada dosis como un tronco, a dormir como un bebe y al despertar limpiaba lindo los pulmones, hasta ahí, regio. Pero me agarraron ganas de ascelerar el proceso y antes de la siesta del segundo día le metí tres puñados de hiervas al agüita, es decir, el triple de lo recomendado, total, pensé, son unas hiervas nada más qué me va a pasar ¡me envenené como un imbécil! ¡eso me pasó! cuando volví de la siesta estaba raro pero más o menos bien, me fui a merendar al Panorama, me bajó la presión y estuve horas sintiéndome desgraciado, la lengua dormida, la visión distorsionada, las piernas que no me sostenían y los miembros entumecidos, nunca me sentí tan mal en mi vida, pedí un papelito y un lápiz, escribí el nombre y teléfono de mi padre y se lo di a Shuresh, por si no salgo avisale a mi papá, el loco se puso ahí nomás a nombrar al panteón hindú completo, pero poco a poco fui saliendo y para la noche ya estaba sintiéndome mejor aunque a la lengua no la sentí hasta la mañana siguiente, dicen que yo estaba frío y gris.




Gordo Kury

martes, 14 de julio de 2009

divagues sin mayores pretensiones

14 de julio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 49
Divagues sin mayores pretensiones sobre la libertad


Es tanto más fácil ver los defectos en los otros que en uno mismo, tanto más encontrar dificultades en sociedades diferentes a la propia... Pero si uno está enterado de esta dirección del propio ojo, ahí el defecto puede volverse herramienta. Porque entonces uno descubre que uno no puede mirarse a sí mismo sin la presencia del otro. Uno necesita al otro para descubrir la propia esencia. Divagando sobre estas cosas y sobre la libertad, mi obsesión de siempre, me puse a pensar porqué yo me siento tanto más libre aquí, siendo extranjero, que en Europa, donde nadie se da cuenta si no hablo, o en casa donde soy uno más. Y porqué los indios parecen prisioneros de un sistema rígido y opresivo, pero también me lo parecían los europeos. Qué es lo que nos hace prisioneros de un sistema, quién nos vigila, nos controla, nos hace “portarnos bien”, quién refuerza las leyes no escritas de la moral, dónde está. Y sólo aquí, en el planeta India, tan distinto a todo, tan ajeno a mí mismo, me resultó más fácil de ver. No es el gobierno, no es la policía, aquí el gobierno no es omnipresente ni poderoso ni está en la vida cotidiana como en Europa, la burocracia es un infierno, sí, pero es fácil de esquivar, la policía por acá no la vi nunca. Esas fuerzas no sólo no tienen el peso que en otros lados, si no que por ejemplo la ley está en contra del sistema de castas o de la dote que son un horror y que hacen de casi todo el mundo directa o indirectamente un siervo. Sin embargo, por ser lo moralmente esperado, todo el mundo se rige por esos sistemas, muchos dicen que no les gusta, pero lo siguen haciendo ¿quién impone y refuerza contra la voluntad individual estos asuntos? ¿la sociedad? pero ¿cómo? ¿dónde está, quién es la sociedad? Acá me di cuenta, me parece que me di cuenta de algo. La gente no tiene miedo del gobierno o de la ley, al contrario, trata todo el tiempo y con bastante eficiencia de aprovecharse al máximo de cualquier distracción o agujero legal que encuentre. La gente teme la mirada de mamá, la mirada de papá, del vecino. Ahí están los ojos de Dios, el que todo lo ve, el que esté en la tierra, en el cielo y en todo lugar. El miedo al ostracismo, a la vergüenza, al rechazo, a la locura. Ahí habría que buscar la libertad, en descartar ese miedo. Ese miedo sonso que aprieta acá en la India y, me doy cuenta, aprieta igual en Europa y allá en casa. O por ahí estoy divagando.




Gordo Kury

sábado, 11 de julio de 2009

con el monzón vienen las moscas


11 de julio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 46
Con el monzón vienen las moscas

Hasta hace poquísimos días yo me sorprendía de la práctica inexistencia de moscas y mosquitos en Udaipur.
El calor me agobiaba a mí como a todos los otros y todos nos fundíamos en unísono clamor: ¡el monzón, el monzón, dónde está el monzón!
Los dioses indios parecen tener un humor similar a nuestro Dios Único de Occidente (sí, el nuestro es un dios con exclusividad territorial, acepta mal la competencia en su zona pero parece que ya no intenta expandir su influencia a otras áreas atendidas por sus respectivos adversarios) y una de sus bromas parece ser que si uno quiere el monzón para que el aire corra y la flora reverdezca tiene, por consecuencia inevitable, que aguantar la repentina omnipresencia de su majestad la mosca.
¡Y qué moscas! no sólo son quintillones de moscas por centímetro cuadrado, también son activas e insidiosas, son supermoscas y tienen predilección por los ojos, las comisuras de los labios, los oídos, oh, benditas moscas ¿cuándo evolucionará un supersapo con alas y ocho lenguas en cada una de sus cuatro bocas para acabar con todas estas invitadas a todo? ¿o una supergripe mosquera que las borre de la faz de la tierra? el Apocalipsis de la mosca. En fin, parece que si uno quiere el monzón se tiene que aguantar a las moscas y así está escrito.
La estación turística arrancó con ganas y se nos llenó el pobláo de monos blancos, como el que escribe. Traen dinero blanco a una parte de la economía que no se mueve tanto con la negra tinta del lavado de dinero como la otra parte que casi no la toca, la de las inversiones de lujo de los hoteles 7 estrellas. Pero el secreto a voces del lavado de dinero no es para ser discutido aquí y ahora, es un tema que sólo conozco de oídas y es demasiado oscuro y complejo si quiera para empezar a preguntar, tal vez en otro momento con mejor información, por ahora mejor volvamos a los otros monos blancos, sólo para reírnos de nosotros mismos...
No me puedo contener algunas anécdotas que ilustran la calidad del turista promedio y, por favor, que nadie se piense que estas pocas historias pintan el cuadro completo ni agotan el agua de la fuente. Hay para todos. Para empezar, previendo la temporada, varios negocios y hoteles pusieron carteles en hebreo y coreano, pero se olvidaron el vasco, el flamenco, el quechua y el guaraní. Me cuentan que los israelíes y los coreanos, que vienen a montones, son muy gregarios y se juntan con sus compatriotas en los mismos hoteles año tras año.
Conversando con una texana de veintipico, casi treinta, inevitablemente llegamos al punto en que me preguntó si era francés, le dije que no (ya estoy loco con esto de que me pregunten si soy francés ¿francés? ¡merde!), que soy argentino, a lo que estereotípicamente me replicó, con aire de señorita informada: ah, qué suerte que la Argentina acaba de ingresar en la Unión Europea ¡Ah, no me digas, no me había enterado de que el Atlántico se había secado! ¡por fin entramos al primer mundo muchachos! en fin, cero en geografía, of course.
Anoche otro estadounidense pidió al personal del restaurante, donde cenábamos unas 8 o 10 personas en la más tranquila atmósfera, con velas y brisa nocturna, que pusieran la película Octopussy, de James Bond, que fue rodada en Udaipur y que todos los restaurantes de la ciudad tienen preparada para el pedido de los turistas que no sé porqué cuernos la quieren ver una y otra y otra vez. La película es de lo peor, empieza con una preciosa disidente cubana facilitándole la entrada a una base a 007, cuando lo descubren ella lo rescata entre las balas con un camioncito militar, él se saca el falso bigote y el falso uniforme cubano mientras ella conduce esquivando los peligros, cuando llegan al mar ella le dice cuídate James y se sube a la lancha, él, que se queda para enfrentar al ejército cubano, le responde: ¡nos vemos en Miami! el resto no necesito contarlo, un asquete.
Bueno, pero me voy por las ramas, el asunto es que el estadounidense pidió la película, el personal respondió poniéndola al habitual máximo volumen (creo que es el único volumen que existe en la India, el máximo) transformando la atmósfera del restaurante en un ambiente tragicómico. Pero el tipo estaba sentado de espaldas al televisor, y así siguió, comiendo la hamburguesa que se había pedido con papas fritas, de espaldas a la tele. Su mujer, con la peor cara de aburrimiento que vi en mi vida, se quejó de que su hamburguesa de pollo estaba mal cocida. No comments.
Bueno, tenía que abrir con nota de color y me valí del general resentimiento contra los estadounidenses, resentimiento que yo no comparto, aunque aquí lo explote, que nadie se me ofenda en la madre patria. Pero para demostrar que idiotas como estos o peores pueden nacer en cualquier parte están estas otras divinuras que vienen a continuación. Una preciosa inglesa, literalmente de dejar sin aliento, de 22 años, recién recibida de abogada, me dirige la palabra, prestamente respondí y así conversamos por un ratito. Recibida de una Universidad europea, una abogada cosmopolita nacida y criada en una de las metrópolis del mundo, uno de los principales chakras financieros y culturales del planeta, esta señorita me pregunta si las vacas tienen cuernos igual que los toros, le respondo que estas de la India sí, y me pregunta entonces que cómo se hace para distinguir entre toros y vacas. En fin, por lo linda al menos merecía una respuesta y, al final, la pregunta era inocente pero la respuesta podía ser pícara: mi querida, los toros tienen una gran joroba... pero además tienen órganos reproductores masculinos. Pensé que con eso bastaba, pero me mató con la siguiente pregunta: ¿Pero entonces no hay toros hembra (female bulls)? Bueno, acá te digo, la chica era linda, pero para superar esta clase de bobada además de linda tenía que ser multimillonaria y yo tenía que estar completamente borracho. Too much!
También me crucé con un indignadísimo muchacho mexicano que no se podía explicar cómo es posible que los hombres en la India orinen en la calle. Viniendo de México Distrito Federal. Come on!
Un español que vino a “hacer trabajo voluntario”, las nuevas vacaciones de la culposa burguesía europea (Saque su pasaje, un mes de vacaciones libres de culpa a cualquier destino del tercer mundo, en fin, no me quiero poner sarcástico, pero algunas cosas sos tremendas). Cuestión que el amigo vino a la India a hacer trabajo voluntario por 15 días ¡15 días y en verano! Estábamos desayunando en el mismo restaurante, él, yo y unos compañeros suyos de trabajo voluntario (el trabajo voluntario lo hacían en otra ciudad así que se habían tomado el día para hacer un tour voluntario por la más turística Udaipur); un inglés de su grupo me preguntó que qué estaba haciendo por aquí, le contesté que estaba tratando, sin pretensiones, de hacer una película. El español sonó fuerte y claro: ¿porno?
En fin, Udaipur está linda, pero con el monzón llegan las moscas.




Gordo Kury

miércoles, 8 de julio de 2009

padní nihe! nihe padní!








8 de julio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 43
Padní nihe! padní nihe!

Este es un asunto delicado y, otra vez, pido que se entienda mi visión como necesariamente sesgada, superficial y parcial. Días y días pasé sin escribir porque estos eran los temas que me movilizaban pero me sentía sin derecho a opinar. Escribir o no escribir, opinar o no opinar, en fin, decidí finalmente dejar aquí otra vez una lista inconexa de sinapsis. La India me sigue teniendo enamorado, por más que me desagraden algunas cosas.
Se sabe, la Constitución de la República prohibe desde el ’47 la dote, como considera abolido también el sistema de castas. Letra muerta. El matrimonio arreglado es lo que rige, no la constitución, es la loca fantasía de suprimir en el papel el verdadero derecho consuetudinario.
La primera intención que uno tiene es tratar de encontrar sentido y función y uno cae, o yo caí más bien, al tratar de entender, en justificar. Divagué pensando que bueno, al final, nuestro matrimonio a la occidental es un invento más o menos moderno y que en muchos lugares es un desastre y un fracaso social. Por lo que me cuentan en los Estados Unidos continúa siendo una institución que funciona, pero por lo que sé de la Argentina o Europa, ahí por lo que parece hay más divorcios que casamientos y no es que todos los casamientos que siguen sigan porque hay amor y respeto, en algunos lo habrá, pero apostaría cinco rupias a que no en todos.
Con eso en mente quise creer que tal vez si dos padres, que por experiencia pueden saber más que los hijos sobre cómo preparar un matrimonio que funcione, se juntan a conversar con la intención de proveer al bienestar de sus hijos y sus familias, el resultado puede muy bien ser bueno. A veces lo es, pero las más de las veces la intención no es lograr la felicidad de los hijos con una unión efectiva, no señor, la intención es generalmente otra, y en ella se mezclan la política y el dinero. No entendí todavía muy bien porqué, pero el asunto es que si uno tiene una hija mujer, para que alguien la acepte en matrimonio uno tiene que pagar, esto es la dote, y puede ser astronómica, un auto, una casa, tierras, ganado, dinero, es caro, es carísimo casar a una hija. Y lo que es difícil de entender no es sólo que alguien pague por casarse, lo que es más difícil de entender para mí es que las mujeres acá son muy trabajadoras, no sólo hacen todas las labores de la casa, hacen de todo, incluso si uno quiere entender y para entender acepta como hipótesis, y por un breve instante, de que ellos piensen que la mujer no tiene opinión y puede ser tratada como mercancía, incluso si es una mercancía, o un bien material, incluso en ese ridículo y terrible caso, es un activo impresionante, no es algo de lo que una familia debiera querer desprenderse, mucho menos pagar para que alguien se la lleve. Todo eso sin contar el amor que naturalmente los padres sienten por ellas, porque yo creo que sí que las quieren, que la locura en parte es esa, que las quieren pero las negocian, no sé, es tan tremendo que no me entra en la cabeza, no entiendo. No entiendo porqué, pero lo que yo entienda o deje de entender importa poco y nada así que sigamos dejando impresiones de las sinapsis.
Los matrimonios se combinan siempre dentro de la misma casta, así que más o menos existe una separación étnica entre castas, distinta sangre, distintas costumbres, en fin, ánimo.
Ah, oficialmente al menos, los jóvenes y jovencitas llegan inmaculadamente vírgenes al matrimonio. En el caso de las mujeres puedo creerlo porque están tan controladas y vigiladas que debe ser difícil escaparse para un tórrido romance de verano, pero los varones, algunos sí que llegan vírgenes a edades ridículas (y qué mal que llegan, por dios, desesperados), pero los que quieren, pueden. Algunos con turistas occidentales, otros con amigos del mismo sexo. Es tabú, pero según estadísticas serias que vi, la homosexualidad ocasional entre los varones trepa a cifras de frenesí, a escondidas, eso sí, pero que trepa, trepa.
La castidad es una virtud muy importante en las mujeres, por lo tanto la mujer occidental en general no es respetada. A la luz del día el desprecio se disimula por el bien de los negocios y por educación, pero a puertas cerradas a mí me han hecho cada comentario miserable con respecto a nuestras costumbres que uno no sabe si dejarse llevar por la sangre que empieza a hervir y agarrar al desgraciado del cogote o tratar de entender de dónde sale tanta represión. Confieso, para mi vergüenza, que en una ocasión mi amigo Sam me tuvo que sacar un muchacho irrespetuoso de entre las manos. Pido perdón a mi familia por mi arrebato, pero es que el hombre estaba muy pero muy fuera de lugar, en fin, paciencia, un día evolucionaré. Oremos.
El matrimonio arreglado acá rige para todo el mundo, no sólo para los hindúes, para los musulmanes es igual, no sé cómo será para los católicos porque en el Rajasthán no hay, que yo sepa y si hay no deben ser muchos. Las castas sí son cosa del hinduismo, pero igualmente, siendo el hinduismo la religión mayoritaria y central, si uno no pertenece está al margen de todo tipo de cosas, como los harijáns. Los musulmanes arreglan el matrimonio entre musulmanes, claro está, así que en este sentido funcionan casi como otra casta, y así el sistema crece y se sostiene incluso cuando ocurren disidencias, cismas o herejías.
A mí mismo, que no soy hindú, que ni indio soy, ni siquiera un harijan, me ofrecieron una joven mujer en matrimonio. Atención, me la ofrecieron de linda forma, como quien te dice que quiere que formes parte de su familia, no como quien te quiere vender una vaca, y supuestamente la novia había sido consultada (esto no lo creí, pero lo pregunté por curiosidad y me dijeron que por supuesto por supuesto ella está contenta, pobre chica, tenía una cara de preocupada) pero igualmente para mí es una cosa totalmente absurda e impensable; por supuesto decliné respetuosamente. Supongo que el negocio conmigo era que si yo hubiera aceptado no habría exigido ninguna dote e incluso, me imagino, habrán podido pensar que viniendo de Europa yo porto pasaporte de la Unión (que no porto) o que tengo los bolsillos gorditos con euros (que tampoco tengo) así que yo venía a ser un buen partido. Imaginariamente, seamos francos. Cuestión que de esta historia aprendí mi primera frase en hindi: nihe padní! padní nihe! ¡esposa no, esposa no!



Gordo Kury

lunes, 6 de julio de 2009

peculiaridades, normalidades, anomalías


7 de julio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 42
peculiaridades, normalidades, anomalías
Murciélagos, golondrinas y elefantes...

A mí criticar la casa en la que estoy de invitado no me gusta, así que me limitaré a lo inevitable, sólo voy a dejar aquí registrada una lista de peculiaridades, normalidades y anomalías de la vida en la India, tal cual la veo y la escucho.
El sistema de castas es, a la vez, mucho más complejo, más omnipresente y más horrible de lo que yo me había imaginado. La palabra casta la usaron por primera vez los portugueses que se habían establecido en Goa y Bombay y significa lo mismo que en castellano: pura. Pero pura ¿qué? bueno, el sánscrito es mucho más claro y llama a las castas varnas, varna quiere decir color, así que ahí queda más clarito (o más oscurito ¿no?).
Se sabe, la simplificación esquemática divide a los hindúes en cuatro castas dentro del sistema y cayendo a fuera de todo beneficio están los descastados, los parias, los harijans. Al tope del sistema está la casta sacerdotal de los brahmines, luego los guerreros kshatriyás (en el Rajasthán son los Rajput) que eran en la edad media el equivalente a los señores feudales, abajo los comerciantes vaishyas y abajo de todo los siervos shudras, los que ni son empleados como siervos y son despreciados por todos eran llamados parias, los descastados, pero Gandhi acuñó el término más suave harijan, que significa hijos de dios.
Bueno, ese es un esquema no más, pero en la práctica es muchísimo más intrincado, con subcastas, tribus, gremios y, claro, mezclado con todo esto está el más familiar sistema de clases y el dinero, y la política, pero el sistema de castas es preponderante.
Hay un montón de azúcar para echar a la tacita de veneno de este sistema de apartheid, se puede decir que es un sistema práctico porque la gente sabe más o menos lo que le toca ya desde el nacimiento, un sistema de paz social, macanas, si te toca vivir de rentas el sistema va a ser menos amargo, pero si te toca yugar en la tierra del señor, te la regalo.
También es cierto que de los amigos hindúes que me fui haciendo, al menos la mitad detesta el sistema de castas y no es necesariamente la mitad de abajo.
Pero la verdad es que no alcanzo a percibir la verdadera profundidad de toda esta intrincada maraña, no me gusta, no me va a gustar seguramente nunca, pero no quiero ser superficial, llevo sólo un poco más de un mes aquí. Pero gustarme, digamos, no me gusta.
¿qué lugar ocupamos los no hindúes? ninguno. Para los más ortodoxos somos menos todavía que un harijan porque ni siquiera somos indios, pero la cosa es tan loca y suena a veces tan incoherente, que uno que cree eso, que somos despreciables es, al mismo tiempo mi amigo y se alegra muchísimo cuando nos vemos. Debe ser más o menos como yo puedo considerar amigo a un perrito y me alegro al verlo, digo yo, pero no me digas que no es todo una locura. Para otros uno no existe, simplemente, como si uno fuera un fantasma, y para casi todos uno es una fuente de negocio. No me quiero repetir mucho, pero quiero dejar muy claro que en medio de todo esto que suena tan desagradable yo soy tratado con educación y respeto y, diría, cariño, y la paso bien y me siento libre. Pero ellos no son tan libres, están presos de este sistema tan opresivo.
Las cosas llegan a un punto tan extremo que, por ejemplo, un amigo rajput muy ortodoxo me contó que él es amigo de un indio de casta más baja y que, cuando de vez en cuando este amigo de casta baja es invitado a su casa a almorzar, la mujer de la casa debe estar todo el tiempo cubierta y, espanto de los espantos para mí, cuando el amigo termina de comer y se va, la mujer de la casa destruye los vasos y platos que él haya tocado, porque están sucios a tal punto que no se pueden lavar. Es siniestro. Y lo peor es que mi amigo rajput no es mal tipo, es buenísimo, pero para él esa es la normalidad.
Ahora, el sistema de castas se aplica básicamente a los hombres, las mujeres es como si no tuvieran ni casta. Sigo tratando de ilustrar con ejemplos. Un amigo que quiere mucho a su mujer, la trata con total respeto y es muy afectuoso y considerado con ella y tiene predilección por sus hijas mujeres, este buen amigo un día se quejaba amargamente conmigo del sistema de castas, pero terminó diciendo una frase terrible: para mí todos los hombres son iguales, las únicas dos castas son el hombre y la mujer.
Es muy difícil, hasta ahora para mí imposible, comunicarse con mujeres normales de aquí. Digo normales porque los ricos mandan a sus hijos e hijas a estudiar a Europa y los Estados Unidos y con esas personas uno se comunica con total normalidad y sin dificultades. Pero las otras mujeres, las indias normales, no hablan inglés, por ejemplo, aunque sus hermanos o maridos sí lo hablen.
La ciudad está construida sobre una única avenida que la cruza de parte a parte. Sobre esa avenida sólo hay negocios; todo el comercio, que es mucho y muy activo se da sobre esta vía o los primeros cien metros de las calles que la cortan. La entrada a las viviendas está siempre hacia adentro de una especie de patio común a varias casas. Es como si toda la ciudad estuviera formada por pequeños barrios de unas veinte casas. Estos barrios se llaman colonias. Bueno, salvo las mujeres que trabajan en la construcción (en la construcción trabajan familias enteras, marido, mujer y niños), salvo estas mujeres, que caminan atrás de los pobres burritos cargados hasta la extenuación con cascotes, salvo ellas, las mujeres de la ciudad no dejan nunca su colonia. Si la tienen que dejar por algún motivo, van siempre acompañadas. No se me malentienda, la gente parece contenta, las mujeres mismas son gente muy alegre y sonriente, pero creo que no me gustaría esa vida para mi hermana, por así decir.
Antes las mujeres vivían aún más recluidas, dentro de los havelis, enormes caserones donde vivía toda la familia, la familia extendida, se entiende, todos, tíos, abuelas, todos, toda la familia. Dentro de esas casas, que en general son preciosas y frescas, hay patios, fuentes, árboles. Pero de estas hermosas casas las mujeres no podían salir.
En fin, que se entienda esta lista inconexa como una mirada que no puede ser más que superficial por ahora, una lista de impresiones, nada más.




Gordo Kury