sábado, 20 de junio de 2009

los amigos

20 de junio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 24
Los amigos

Parece que cuando uno está lejos de casa las relaciones humanas se vuelven de repente más intensas, condensadas. Sobre todo con las personas con las que uno tiene algo en común. Como era de esperar me fui haciendo algunos amigos, pocos y buenos, en estos 24 días.
Shuresh, que ya fue presentado. El mejor cocinero de Udaipur, arquero, marido, padre, hábil mecánico e intrépido conductor de la temida vespa verde. Es un buen tipo, trata bien a todo el mundo y a los animalitos, es vegetariano, tanto él como su familia, tampoco usa alcohol ni drogas, hace tiempo parece que usaba religiosamente el famoso cáñamo índico.
Sam, un brahmán que habla inglés con el mismo penoso pero valiente esfuerzo que yo y que se viste a la occidental y anda por ahí con su moto negra como si estuviera listo para un recital de Bruce Springteen. Sam es un tipo culto y educado, que habla el hindi más fino que uno pueda escuchar, al lado de él los demás parecen hablar toscamente. Tiene un cierto aire árabe, tal vez sean los ojos melancólicos. Tiene, creo, poco menos que 30 años. Sam es divino, y con él tenemos conversaciones universales sobre el mal de amores. Un tipo con muchos contactos y una presencia que impresiona. Quiere aprender castellano no sé porqué. Vegetariano, nada de alcohol ni drogas, sólo penas de amor, caballos y motos.
Monú, que también parece preferir occidente, tiene una sastrería, aunque él no es sastre, y, como siempre paso por la puerta y nunca le compro nada ya se resignó a ser mi amigo y no mi proveedor; ahora que lo pienso, la resignación no es tan completa. Con Monú a veces desayuno y hay días que tomo con él dos o tres chai mientras charlamos por las tardes. Juega a las cartas sin apostar con otro grupo de amigos suyos en la vereda, frente a la sastrería. Debe tener unos 30 años también, un par de años más tal vez.
Ereen (pronunciar Rin, con erre líquida), una chica de Alaska, con unas historias increíbles, siempre está viviendo locuras, aventuras que ni en el cine se ven, con ella hablo mucho y nos divertimos un montón, anda enamorada de un indio musulmán casado, una historia tragicómica. Ereen vino a Udaipur acompañando a un matrimonio de cuarentones alemanes que la contrataron como comadrona para que atienda el parto. La alemana estaba embarazada, y demoró la entrega, pero finalmente la criatura llegó, en una desesperante noche surrealista, en la que participó incluso un altísimo camello. El trabajo de parto tardó entre 13 y 16 horas y se hizo todo en un cuarto de hotel, atenuando el calor agobiante con el aire acondicionado ruidoso y soportando mal que bien la fiesta de casamiento que se celebraba al mismo tiempo en la misma calle con gran fasto y tremenda fanfarria, es que los indios cuando se casan, se casan. Ereen tiene 32. Vivió durante años en una comunidad hippy estadounidense con poligamia incluida, dice que fue una linda experiencia pero que en el fondo era un infierno
Wendy, otra estadounidense, pero de Winsconsin, que hace trabajo voluntario en una ONG dedicada a fortalecer a las mujeres de la zona y al desarrollo rural. Una mujer brillante e independiente que vive en Udaipur hace un año y todavía está en un hotel, pero en compensación tiene un scooter honda semidestrozado que la lleva a bocinazo vivo, hecha una tromba, por el trazado delirante de la ciudad. No para de extrañar a su amigo Teddie, también estadounidense, que compartió con ella casi todo el año y la misión en la ONG. El chico en cuestión tiene 20 años y ella 26. Ella se llama Wendy por la Wendy de Peter Pan, por supuesto, pero como nunca lo leyó parece que está condenada a vivir la misma historia, aunque volar, que yo sepa, no puede. Está harta de los fritos y mata por una ensalada y un batido de mango.
Pasó también con intensidad Juan, de la República Dominicana, que se crió en verdad en Quebec y que habla un castellano muy lindo y pintoresco, un tipo adorable que viaja con su amigo Axel, nacido en Haití, pero también criado en Quebec y que es de esos queribles progresistas que sostienen que si uno se crió en Canadá es canadiense, si se crió en Catalunya es catalán y blablabla, mejor no discutir el tópico porque voy a quedar desacomodado frente a la progresía de la political correctness. Cuestión que Juan insiste en que él es Dominicano y el, para mí, haitiano Axel, insiste en que son los dos canadienses, en fin, tiembla el estado-nación cuando estos muchachos de 20 años discuten.
Y la también quebecoise Adrienne, preciosa niña de 20 años que viajando sola se encontró con Juan y lo llevó a pasear por el jardín de las delicias.


Gordo Kury

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