miércoles, 3 de junio de 2009

noches mágicas del Rajásthán

1 de junio de 2009
Hanuman Ghat
Udaipur
Día 5


Voy a empezar por el final. No son todavía las nueve de la noche y todo se calma poco a poco en Udaipur. Una hermosa, fresca noche de verano con una brisa que es una bendición completa, es una noche espléndida, estupenda. El sol se puso muy temprano detrás de las montañas yendo al encuentro de mis amigos que todavía no lo vieron. Mientras se ponía, yo conversaba distendidamente con el cocinero, descalzos, en el techo del hotel, cada uno con su chai. Hablando en el mejor inglés que cada uno tenía, es decir, rajastanés él argentinés yo, nos encontramos en lo universal. Dos hombres de treintaypico, conversando en un techo en una tranquila noche en Rajastán, podría haber sido cualquier año, incluso el 3000 antes de Cristo, la conversación es la misma, la vida, la muerte, tus dioses y los míos, la montaña, los árboles, las hermosas mujeres, tu tierra, mi tierra, esa misma hermosa conversación cósmica que uno puede tener en un café de Buenos Aires, en un lanchoneche de Río o en el Mont Juïc de Barcelona. Sólo que estamos en el Rajastán, la Tierra de los Reyes, y alguna cosa cambia...
Mientras conversábamos, el sol se fue por detrás de los árboles y la montaña, la luna fue tomando su lugar y empezaron a oírse cánticos en loor a Ráma desde un templo que está a la izquierda, al ratito se superpuso el llamado del imán, cantando desde los minaretes de la mezquita que está cruzando el lago, y unos cuarenta minutos después, cuando la hora fue propicia, con la luna tomando su lugar correspondiente en la danza, comenzó el maravilloso, rítmico, hipnótico, Shiva pújá, la ofrenda a Shiva, tambores y címbalos. Estoy en éxtasis...

Esta jornada había empezado para mí a las 7 de la tarde de ayer, cuando salió mi tren desde la estación Nizamuddin de Delhi. Yo esperaba, a decir verdad un viaje romántico, en un tren como el de Darjeelin limited. Not at all. Era, propiamente, el tren gallinero. Una litera arriba de otra en un tren que medía kilómetros, éramos una pequeña ciudad alargadita y en movimiento. Un embutido de acero y gente largo como la Avenida Rivadavia. Ya sé, no es una metáfora muy romántica, el tren tampoco lo era. No importa, el viaje fue bueno, puntual, tranquilo. Llegando a Udaipur encontré un hotel fantástico en muy buen precio y en 10 minutos de buscar, el Panorama Guest House, diez puntos.
Udaipur es tan, pero tan romántica... A los que les guste James Bond, sepan que acá se rodó Octopusy, en el Lake Palace Hotel, que yo veo desde mi cuarto, y en el Monzoon Palace que está en lo más alto de la montaña más alta; desde ese punto uno puede estirar dos horas más el atardecer.
Está lleno de vaquitas, unas regias vacas y toros muy bien comidos y cuidados, de alguien son porque tienen pintados los cuernos de distintos colores y me imagino que es la forma civilizada de marcar el ganado, no como hacen nuestras bestias, a hierro y fuego. De verdad, esta gente es civilizada, ahora entiendo la respuesta que dió Gandhi una vez: le preguntaron, señor Gandhi ¿qué opina de la civilización Occidental? que sería una buenísima idea, respondió.





Gordo Kury

2 comentarios:

  1. Gordo, muy buena la descripción y la filmación.
    Seguí así, desde acá te hacemos el aguante.
    EL MATÉMESZ

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