domingo, 25 de octubre de 2009

Engayolados

















26 de octubre de 2009
Udaipur Central Prison
Udaipur
Mes 5


En gayola

Ayer tuve el privilegio de participar en un evento muy interesante. La gente de un grupo religioso hindú invitó a mi profesor de bansuri a hacer un recital en la cárcel para los presos, él me invitó a mí y fuimos. La experiencia fue muy linda, muy positiva, me da la impresión de que fue como mínimo una distracción para los mil y pico de presos que pudieron asistir y para nosotros fue más que interesante.
Viniendo de Sudamérica lógicamente uno espera de la cárcel algo más que mero confinamiento, uno se ha acostumbrado a pensar en la cárcel como una suma espantosa de castigos legales, ilegales, burocráticos, especiales, colectivos, individuales, físicos, espirituales, institucionales, personales, caprichosos, perversos. Merecidos o no, ese no es mi interés y no tengo ni cómo empezar a pensar en esos términos. Pero sí que uno espera encontrar miseria, inmoralidad, gente destrozada por sí misma, por sus actos, por la sociedad como máquina, por algún carcelero tan destrozado y tan a una vez víctima y victimario como los internos, en fin, el infierno más horroroso e impensable, el último lugar donde uno querría entrar es una cárcel en Sudamérica ¿no? sin distinción de países que ahí no hay muchos matices, la Argentina europea del mito se derrumba convulsa en sus propias perversiones, en la Argentina mejicana, turca, la Argentina africana, en cada “correccional”. No se tome esto como una declamación puritana, que no hay ninguna intención de pontificar, sólo quiero comparar lo que tenía en mi mente con lo que vi ayer en la cárcel central de Udaipur.

Bueno, antes que nada, es una cárcel, así que uno se alegra de poder salir. Sin embargo hay muchas diferencias. El clima general no es deprimente, el edificio en sí es una especie de fortaleza con un enorme patio interior de tierra, abierta al cielo y muy arbolada. El lugar es aceptablemente limpio, al menos tan limpio como el propio barrio en el que está.
Así como uno puede decir si un perro es maltratado, lo mismo lo vería, pienso, en un ser humano. No me dio esa impresión. Los presos están todo el día en el patio conversando entre ellos y a las seis de la tarde, ahí sí, los mandan a las celdas. Francamente, me pareció que el castigo que padecen es el no poder salir de la prisión, pero no mucho más que eso, el ambiente recuerda más a una escuela secundaria (que no es tampoco un ambiente muy sano ni muy libre, ni nada de eso ¿no?), uno ve mil hombres institucionalizados, no es una cosa linda de ver ni de desear, pero no parecía nada diferente de un ejército indisciplinado y desalineado. La institucionalización forzosa, la falta de libertad, es una cosa tremenda, pero, sinceramente, es la vida de mucha gente afuera de esas paredes también, prisioneros sin paredes, presos de muchas fuerzas que no ven. En fin, derivo en pensamientos que pueden parecer bobadas así que vamos a la descripción directa, me disculpo por las disgresiones, es que es algo que te hace pensar mucho.

Al entrar no nos cachearon, no revisaron las carteras ni los bolsos, no pasamos por ningún detector de metales, simplemente nos pidieron los teléfonos celulares y los cargadores si teníamos, nada más. Nos pusieron un sello en el antebrazo para que pudiéramos salir después y nos dejaron entrar., sin guardias que nos acompañaran Entramos directo al patio central donde los presos estaban caminando, o sentados, o charlando, sin aparente restricción. Algunos se vinieron a conversar con nosotros inmediatamente, no estábamos rodeados de policías ni nada de eso, era como estar en el mercado, nada especial, sólo que no había mujeres, pero eso es común en varias zonas u horarios en la India, las mujeres no están en público todo el tiempo ni en cualquier lugar y en muchos momentos uno puede mirar alrededor y no ver ni una sola. En el patio había sólo tres guardias de uniforme y dos más en unas torres, al menos que yo pudiera ver. Estaban relajados conversando entre ellos bastante lejos de nosotros. El personal jerárquico no usa uniforme, pero sí lleva una especie de batuta que funciona muy bien como símbolo de autoridad.
En total habremos estado unas tres horas, pero como en todo momento estuvimos en contacto directo, incluso físico con los prisioneros, porque algún preso nos dio la mano y algún otro un abrazo, la impresión que me llevo es que no es un lugar de perversión y destrucción. Me hago cargo de que tres horitas no es suficiente para una visión verdadera.
Una diferencia enorme con lo que tenía en la imaginación es que están al aire libre casi todo el día en un lugar amplísimo y la cárcel no está superpoblada, incluso está menos superpoblada que los barrios.
El recital fue bien, la gente lo disfrutó, y para nosotros, al menos para mí, fue una cosa linda de hacer.
Al terminar el director nos llevó a recorrer las instalaciones con su batuta. El director y nosotros, ninguna guardia especial, caminando en medio de los presos como quien camina por las ramblas de Barcelona o por Lavalle en Buenos Aires, ningún problema, los presos saludando, sonriendo, qué puedo decir, es lo que vi, por surrealista que parezca.
Me dejaron filmar y sacar fotos libremente, salvo una única restricción: el área de máxima seguridad. Cuando entramos a esa parte, donde tienen metidos a unos 100 tipos, ahí sí que es un lugar espantoso y deprimente como las cárceles nuestras. Los presos están en unas celdas pestilentes, sin luz natural ni ventilación, bastante apretados. Las jaulas dan a un patio del tamaño de un potrero, piso de cemento alizado y cielo raso, están, como diríamos en la Argentina, a la sombra. Esto sí es igualito a aquella canción de Baglietto, “Mirta, de regreso”, igualito, siniestro, espantoso. Cuando salíamos del pabellón de máxima seguridad uno de los presos me dijo en inglés nos vemos... Uy, escalofriante, me miré el sello en el antebrazo y seguía ahí, menos mal.

Quiero dejar una reflexión de Aldous Huxley, extraída de Brave New World, un Mundo Feliz, de 1958:
"It is perfectly possible for a man to be out of prison, and yet not free - to be under no physical constraint and yet to be a psychological captive, compelled to think, feel and act as the representatives of the national state, or of some private interest within the nation, wants him to think, feel and act".
"Es perfectamente posible para un hombre estar fuera de la cárcel, y aún así no ser libre - no estar bajo ninguna restricción física y, sin embargo, ser un prisionero psicológico, forzado a pensar, sentir y actuar como los representantes del Estado Nacional, o algún interés privado de dentro de la nación, quieren que piense, sienta y actúe".
"The nature of psychological compulsion is such that those who act under constraint remain under the impression that they are acting on their own initiative. The victim of mind-manipulation does not know that he is a victim. To him the walls of his prison are invisible, and he believes himself to be free. That he is not free is apparent only to other people. His servitude is strictly objective".
"La naturaleza de la compulsión psicológica es tal que quienes actúan bajo coacción permanecen bajo la impresión de que actúan por iniciativa propia. La víctima de manipulación mental no sabe que es una víctima. Para ella, los muros de su prisión son invisibles, y se cree libre. Su falta de libertad sólo es evidente para otras personas. Su servidumbre es estrictamente objetiva."

para ver más fotos basta con copiar y pegar lo siguiente en el navegador: http://picasaweb.google.com/kury.es/EnGayola



Gordo Kury

sábado, 24 de octubre de 2009

nueva etapa

24 de octubre de 2009
Rám Purá
Udaipur
Mes 5

Questo secolo oramai alla fine, sàturo di parassiti senza dignità, mi spinge solo ad essere migliore, con più volontà




Dura lección recibí en los últimos tiempos. Conmovido por la pobreza en que vive la familia de un amigo indio le di un dinero equivalente a casi 5 meses de su salario para que pudiera empezar su propio negocio. Big mistake. Después de muchas vueltas, esta semana consiguió otro fajo de dinero de un alemán del que me hice muy amigo también y que es un gran tipo, Jörg, a él le hizo el cuento de que tiene que operar del corazón a su hijo y no hay dinero para la operación, ahí nomás Jörg ayudó con una buena cantidad. El amigo indio, que no nombro, pidió también un adelanto de varios meses de su salario y desapareció, se rajó a las cuatro y media de la madrugada, como un delincuente. Entre otras cosas se llevó mi heladera porque se la había prestado por unos días. En fin, ánimo, el costo de la lección es asimilable, al menos el económico, el emocional es duro, pero deja una enseñanza importante. Ahora ¡qué didáctica caramba!

En fin, a otra cosa, que hace mucho que no escribo acá y tengo mucho en el tintero.
Primero la actualidad, que para las anécdotas ya habrá tiempo. Estos últimos meses estuve estudiando medio en secreto música clásica de la India. Clases de dos horas por día, todos los días, con un buen profesor, más práctica y estudio en casa. Mi instrumento es el bansuri, una flauta de bambú que me tiene enamorado. En poco tiempo tuve buenos resultados y ya la flauta me paga las clases, porque me contrataron en un hotel cinco estrellas para tocar cada día durante el desayuno y me pagan por media hora lo mismo que yo pago por dos horas de clase, así que salió, kármicamente, redondo. Me estoy levantando a las 5 de la mañana para tener tiempo de hacer mis prácticas de Yôga y de bansuri y salir en la burra, mi suzuki C100 azul, atravesando montañas y campos para llegar a tiempo al Fateh Garth Hotel. El lugar es precioso, es un santuario ecológico y está todo alimentado con energía eólica y solar. En la cima de la montaña más alta de su área, tiene una vista de sueño, sobre todo a la mañana con la bruma cubriendo los valles y durante las noches de luna llena (toqué en alguna fiesta también).
Y por las tardes estoy enseñando Swásthya Yôga en una ONG que se llama Seva Mandir. Un lindo grupo de 15 jóvenes de menos de 30, europeos, australianos, neozelandeses y estadounidenses. Todos están en Udaipur para ayudar con el desarrollo rural y el fortalecimiento de la autoridad de las mujeres. Muy linda gente, con muy buenas intenciones y mucho entusiasmo.
Así que estoy enseñando Yôga en la India ¿qué tal? al menos una nota al margen merecerá el dato ¿no? Estoy contento.
El hindi va mejorando también y la casa se va poniendo cada vez más linda. Ya mi huerta me da espinacas y los tomates y porotos van prometiendo pronta entrega.
La lluvia desapareció hace como un mes ya para no volver hasta el próximo año y el frío viene cada noche y se va tarde por la mañana, el resto del día es cálido, pero ya me conseguí unas mantas y para la moto calzo la campera verde que me dejó mi viejo cuando estuvo de visita.
Estoy tan flaco y con la piel tan curtida que parezco indio casi, pero sin la gracia ¡ánimo!
Bueno, primera entrega de la nueva etapa, por fuerza sucinta para agarrar la costumbre de nuevo, espero que sea bienvenida.


Gordo Kury