miércoles, 8 de julio de 2009

padní nihe! nihe padní!








8 de julio de 2009
Chandra Pol
Udaipur
Día 43
Padní nihe! padní nihe!

Este es un asunto delicado y, otra vez, pido que se entienda mi visión como necesariamente sesgada, superficial y parcial. Días y días pasé sin escribir porque estos eran los temas que me movilizaban pero me sentía sin derecho a opinar. Escribir o no escribir, opinar o no opinar, en fin, decidí finalmente dejar aquí otra vez una lista inconexa de sinapsis. La India me sigue teniendo enamorado, por más que me desagraden algunas cosas.
Se sabe, la Constitución de la República prohibe desde el ’47 la dote, como considera abolido también el sistema de castas. Letra muerta. El matrimonio arreglado es lo que rige, no la constitución, es la loca fantasía de suprimir en el papel el verdadero derecho consuetudinario.
La primera intención que uno tiene es tratar de encontrar sentido y función y uno cae, o yo caí más bien, al tratar de entender, en justificar. Divagué pensando que bueno, al final, nuestro matrimonio a la occidental es un invento más o menos moderno y que en muchos lugares es un desastre y un fracaso social. Por lo que me cuentan en los Estados Unidos continúa siendo una institución que funciona, pero por lo que sé de la Argentina o Europa, ahí por lo que parece hay más divorcios que casamientos y no es que todos los casamientos que siguen sigan porque hay amor y respeto, en algunos lo habrá, pero apostaría cinco rupias a que no en todos.
Con eso en mente quise creer que tal vez si dos padres, que por experiencia pueden saber más que los hijos sobre cómo preparar un matrimonio que funcione, se juntan a conversar con la intención de proveer al bienestar de sus hijos y sus familias, el resultado puede muy bien ser bueno. A veces lo es, pero las más de las veces la intención no es lograr la felicidad de los hijos con una unión efectiva, no señor, la intención es generalmente otra, y en ella se mezclan la política y el dinero. No entendí todavía muy bien porqué, pero el asunto es que si uno tiene una hija mujer, para que alguien la acepte en matrimonio uno tiene que pagar, esto es la dote, y puede ser astronómica, un auto, una casa, tierras, ganado, dinero, es caro, es carísimo casar a una hija. Y lo que es difícil de entender no es sólo que alguien pague por casarse, lo que es más difícil de entender para mí es que las mujeres acá son muy trabajadoras, no sólo hacen todas las labores de la casa, hacen de todo, incluso si uno quiere entender y para entender acepta como hipótesis, y por un breve instante, de que ellos piensen que la mujer no tiene opinión y puede ser tratada como mercancía, incluso si es una mercancía, o un bien material, incluso en ese ridículo y terrible caso, es un activo impresionante, no es algo de lo que una familia debiera querer desprenderse, mucho menos pagar para que alguien se la lleve. Todo eso sin contar el amor que naturalmente los padres sienten por ellas, porque yo creo que sí que las quieren, que la locura en parte es esa, que las quieren pero las negocian, no sé, es tan tremendo que no me entra en la cabeza, no entiendo. No entiendo porqué, pero lo que yo entienda o deje de entender importa poco y nada así que sigamos dejando impresiones de las sinapsis.
Los matrimonios se combinan siempre dentro de la misma casta, así que más o menos existe una separación étnica entre castas, distinta sangre, distintas costumbres, en fin, ánimo.
Ah, oficialmente al menos, los jóvenes y jovencitas llegan inmaculadamente vírgenes al matrimonio. En el caso de las mujeres puedo creerlo porque están tan controladas y vigiladas que debe ser difícil escaparse para un tórrido romance de verano, pero los varones, algunos sí que llegan vírgenes a edades ridículas (y qué mal que llegan, por dios, desesperados), pero los que quieren, pueden. Algunos con turistas occidentales, otros con amigos del mismo sexo. Es tabú, pero según estadísticas serias que vi, la homosexualidad ocasional entre los varones trepa a cifras de frenesí, a escondidas, eso sí, pero que trepa, trepa.
La castidad es una virtud muy importante en las mujeres, por lo tanto la mujer occidental en general no es respetada. A la luz del día el desprecio se disimula por el bien de los negocios y por educación, pero a puertas cerradas a mí me han hecho cada comentario miserable con respecto a nuestras costumbres que uno no sabe si dejarse llevar por la sangre que empieza a hervir y agarrar al desgraciado del cogote o tratar de entender de dónde sale tanta represión. Confieso, para mi vergüenza, que en una ocasión mi amigo Sam me tuvo que sacar un muchacho irrespetuoso de entre las manos. Pido perdón a mi familia por mi arrebato, pero es que el hombre estaba muy pero muy fuera de lugar, en fin, paciencia, un día evolucionaré. Oremos.
El matrimonio arreglado acá rige para todo el mundo, no sólo para los hindúes, para los musulmanes es igual, no sé cómo será para los católicos porque en el Rajasthán no hay, que yo sepa y si hay no deben ser muchos. Las castas sí son cosa del hinduismo, pero igualmente, siendo el hinduismo la religión mayoritaria y central, si uno no pertenece está al margen de todo tipo de cosas, como los harijáns. Los musulmanes arreglan el matrimonio entre musulmanes, claro está, así que en este sentido funcionan casi como otra casta, y así el sistema crece y se sostiene incluso cuando ocurren disidencias, cismas o herejías.
A mí mismo, que no soy hindú, que ni indio soy, ni siquiera un harijan, me ofrecieron una joven mujer en matrimonio. Atención, me la ofrecieron de linda forma, como quien te dice que quiere que formes parte de su familia, no como quien te quiere vender una vaca, y supuestamente la novia había sido consultada (esto no lo creí, pero lo pregunté por curiosidad y me dijeron que por supuesto por supuesto ella está contenta, pobre chica, tenía una cara de preocupada) pero igualmente para mí es una cosa totalmente absurda e impensable; por supuesto decliné respetuosamente. Supongo que el negocio conmigo era que si yo hubiera aceptado no habría exigido ninguna dote e incluso, me imagino, habrán podido pensar que viniendo de Europa yo porto pasaporte de la Unión (que no porto) o que tengo los bolsillos gorditos con euros (que tampoco tengo) así que yo venía a ser un buen partido. Imaginariamente, seamos francos. Cuestión que de esta historia aprendí mi primera frase en hindi: nihe padní! padní nihe! ¡esposa no, esposa no!



Gordo Kury

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